martes, 2 de septiembre de 2008

Entrevista a Cesar Trujillo Gonzáles, Salserín, maestro de salsa

¿Más o menos a los cuantos años ud incursiona en el mundo del baile, de la salsa, de la música?
-Yo incursiono prácticamente a eso de los 28 años, 29 años. Se me vino a la mente poder trabajar con el público, poder enseñarle algunos pasitos. A partir de ahí es donde se me ocurre eso y dije “bueno, ¿en que tiempo aprenderé? ¡¿Medio año?! Tome un taller 1, 2, 3 meses y era súper duro, recontra tronco, recontra tieso, pese a que era delgadito. Me tomo como un año, casi un año y medio me tomo aprender. A parte que también practicaba, me iba a los salsódromos a mirar. No iba por que me quiera divertir, lo hacía con una sana intención de querer aprender más; y pagaba una entrada… ni si quiera usaba una meza porque simplemente me iba a la parte donde bailan y estaba buscando quien mueve los pies mejor y siempre encontraba algo. Yo estaba ahí buscando pasos, buscando estilos, buscando formas, y ahí me clavaba 2 ó 3 horas porque a veces le tiraba puntería a un pata que baila y me gustaba la forma como hacía ese paso y tenia que estar esperándolo ahí hasta que se le ocurra nuevamente bailar porque a veces se sentaba con la chica a conversar o a tomar y no bailaba.

¿Y cómo así llega al parque Universitario?
-Ya, yo llegué a las 7 de la noche a la avenida La Colmena y dije acá. Fui vestido y todo y cuando puse la batería, el cd y todo… había algo que impedía que yo lo haga, no podía. A pesar que yo había ido decidido, fracasé, no lo pude hacer. Me deprimí porque dije “pero si yo estaba convencido que lo iba hacer… tanto tiempo… cuanto he gastado y no puedo, en un ratito, decir que esto se acabo”. Me regrese triste. Volví nuevamente, y tampoco pude. Me regresé nuevamente. Peor todavía. ¡Pucha, acá a la tercera va la vencida! También regresé, me armé de todo el valor, me motivé, pensé, me di ira y justo cuando ya me estaba levantando y comienzas a decir que tienes que hacerlo y el pecho te late, justo pasa una compañera de promoción del colegio “¡Hola Cesar!” ¿Para que pasó? ¡aaaaasuuuuu! Me volví peor todavía. A los 2 ó 3 días de que estaba carburando cómo lo hago, paso por la avenida colmena, y en la esquina había un grupo de gente y había un patita ahí bailando. Era un pata que no tenía un brazo, tenía el otro brazo pero no tenia la mano, tenia como una punta. No tenía una pierna, tenía la otra hasta la rodilla nada más; y ese pata estaba bailando ahí. De poto, de rodilla, ¡pero bailaba! ¡Y se daba hasta saltos mortales! A mi m sorprendió porque yo nunca había visto eso. Eso a mi lleno, me motivo, me nació una fuerza inmensa, interna tremenda. Y dije “pero si ese pata está así y lo esta haciendo ¡y yo estoy completo!” Me voy a mi casa y mañana me vengo a Lima y no me regreso a mi casa si es que no lo he hecho. Al día siguiente me vine a Lima, y sin pensarlo ¡NADA! Ni bien me paré, puse la música y me puse a bailar y llame la atención y puse a bailar a la gente.

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